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jueves, 11 de diciembre de 2014

"El amor no va de la mano con nadie" Segunda Parte.

                               Capítulo II

Francisco tarareaba una melodía creada por él mientras a la radio le había bajado el volumen, cruzo a la derecha por el vecindario por el que vivía Mariela, como de costumbre su auto traqueaba como una maquina vieja y pronto empezó a soltar un humo con olor a gasolina de la parte trasera.

-Que bien que ya estamos cerca. Manejando cada vez más lento como si fuera a tenerse.

Erika sintió volver a la realidad, cuando escucho que las palabras de su amigo se dirigían a ella y al oír el estruendo que provoco el coche.

-¿Por qué no te detienes a revisar?

-Relájate unas cuantas casas más y llegamos.

Se detuvieron frente al hogar de Mariela lentos como una tortuga, al bajarse del auto Francisco abrió la parte trasera del auto donde salía un interminable humo, indicándole a Erika que abriera la maletera para que le pasara unas herramientas, bajándose del auto introduciendo una pequeña llave en el capó, lo levanto y vio su interior; lleno de objetos grasos, trapos viejos y el maletín de las herramientas que extrajo enseguida,  colocándolo en el suelo, bajo lentamente el capó para cerrarlo pronto sus ojos captaron el bulto de la guitarra de Sergio tomándola viendo que estaba embarrada de sangre.

La observo detenidamente, extrañada por la sangre, corrió la cremallera, notando que la guitarra estaba en buen estado, volviéndola a cerrar cuando de repente la bocina del auto sonó retumbándole en el oído, riendo Francisco quien tenía un brazo dentro del auto en el volante.

-¡¿Estás loco?! Me has aturdido, toma. Entregándole Erika el maletín.

Francisco ríe sujetándolo. –Cambia esa cara de guarra, a ver muestra una sonrisita, con esa actitud no arreglaras los problemas. La vida hay que sonreírle hasta en los peores momentos.

Erika se enrolla las mangas de su suéter blanco con rayas negras. Observando la casa que tenia a un lado, esplendida algo grande.

-¿Qué haces tú con la guitarra de Sergio?

-Fui yo quien lo trajo aquí, estaba pasando por el callejón que está cerca de la escuela, se encontraba con el padre de Elizabeth quien ya le había propinado unos cuantos puñetazos en el rostro, oí que discutían,  me escondí tras el auto del señor, oyendo que Sergio le pedía disculpas por todas las molestias ocasionadas a su familia, note que el hombre no reaccionó como él esperaba y con su grande cuerpo grasiento nada musculoso, lo empujo dos veces cayendo al suelo, ensuciando la guitarra que en ese momento la portaba.

-Levante a Sergio del suelo y lo lleve moderadamente cargado al coche, mientras el asqueroso millonario de Hamilton (Padre de Elizabeth) Subió a la camioneta acelerándola sin mirar atrás.

-Dentro del coche le dio un paño para que se limpiara la sangre, y en ese momento planeamos traerlo aquí, solicitando que deseaba verte.

Erika sonrió intimidada, volteo a ver a la casa donde salía Mariela; de cabello afro rojo, blanca y baja, quien la saludo con la mano desde donde se encontraba, respondiéndole igual Erika.

Al acercarse Mariela le pregunto si estaba lista para verlo, proponiéndole que ninguno de los dos se entrometería a entrar. Erika acento con la cabeza y se fue hasta la casa a ver a su mejor amigo.

Temblaba, sudaba, rebuscaba palabras, creaba oraciones que pensaba decirle, se sentía nerviosa y asustada, secándose las manos en sus pantalones vinotintos. Dentro la casa lo primero que se encontraba era la sala, viendo que en un mueble largo habitaba Sergio acostado con un paño en la cabeza, camino lento mientas se sobaba las puntas del cabello, viendo lo de frente no dijo ninguna palabra viendo que el tenia los ojos cerrados con el paño en la cabeza, notando Erika un gigante morado alrededor de su ojo izquierdo y rasguños en el resto de la cara los cuales no era tan graves.

-¿Ya llego Erika? –Hablo Sergio creyendo quien se encontraba era Mariela.

-Soy yo Erika.- Retirándole el trapo de la cabeza.-Lamento lo sucedido.
Sergio se acomodo en el mueble para sentarse frente a ella portando una cara de tristeza, mostrando que su cuerpo y ser habían sido destrozados por completo.

-Me tomo por sorpresa, que ese señor me buscara de esa manera.

-Con las actitudes que había tomado los días anteriores, acarecía de esperárselo. Eso pasa también cuando la chica que amas es hija de un mafioso.

-Eso no es amor. Me equivoque, todo fue un capricho, un deseo y ansias por un amor forzado, por malcriadez un cariño que no había nacido con el tiempo.

Erika escucho y entendió sus palabras guardándola en su memoria como frases sagradas, extendió sus brazos hacia los de Sergio acariciando sus dedos recorriendo en silencio con sus ojos el resto de su cuerpo.

No cruzaron miradas pero se podía sentir el remordimiento, el amor o cariño frustrado de las palabras no dichas y de los lamentos.

Entrelazaron sus manos sin soltarse, Erika tomo asiento alado de Sergio posando su cabeza en el hombro de Sergio.

-Lo peor ya paso, ya veremos que transitara. –Dijo Erika mientras hablaba en un tono bajo con voz quiebre.

-No quiero dejar Elizabeth, estoy confundido.

-Sabes que lo mejor es que ustedes acaben… Sé que te he estado fastidiando con lo mismo pero sabes que el fondo tengo la razón.

-Le diré que se vaya a Inglaterra, así me ahorrare no tener que verla sin ser mía.

-Está bien la decisión la tienes tu. Ya mucho de lo que paso hoy deja demasiado que decir.
Erika puso su mano izquierda en el cabello crespo de Sergio acariciándolo como el de un niño pequeño.

-Discúlpame por haberte dicho que te buscaras otra mejor amiga, tus siempre has sido como mi hermano.

-Lo sé, se me cayó el mundo en una semana cuando te fuiste.

Sonrieron luego de lo escuchado, se abrazaron, y se quedaron  así por un largo tiempo para ellos.